jueves, 6 de junio de 2013

En el centro de mi corazón habita un ratón.

En el centro de mi corazón habita un ratón, uno de esos peludos y que están con las patas negras y sucios la mayor parte del año.
Lo cierto es, que de a poquito, ese ratón se empieza a comer todo lo que nace ahí, en el centro de mi corazón.
A veces le dejo algunas trampas para que se confunda y atraparlo, pero de alguna forma, siempre termina huyendo y escondiéndose para seguir carcomiendo, de a poquito lo que llega ahí, al centro de mi corazón. Aquel ratón, últimamente, me ha dominado, y cada vez que se come alguna cosa que entre, va creciendo y creciendo.
Un día, sentí al ratón, moviéndose dentro de mi corazón. Era incomodo, y parecía que comía tan rápido, a tal punto que llore un poquito. Luego de un rato, ideé la trampa perfecta: crearía en mi corazón, un nuevo sentimiento, y que en el centro, hubiera veneno para matar al ratón. Al rato, el ratón se comió lo que había llegado, y luego de unos minutos desapareció.
Y es que algo de ese veneno es el que queda en todos, al tratar de hacer desaparecer a ese ratón, que algunas veces, a su manera, termina por salvarnos.

martes, 4 de junio de 2013

Lejos - Día III

Conversaciones y pasos me despertaron temprano esta mañana. Debo admitir que no dormí muy bien, por la noche hacia frío y amanecí con un dolor en la espalda muy fuerte. Estaba cansado, sin ganas de seguir. Desayuné rápido, había mucha gente. El dolor de espalda seguía, la chica seguía ahí.
Me invitaron a subir al paraíso, acepté. El camino fue duro, pero al mismo tiempo era hermoso. A cada parte que ibas, a cada lugar que mirabas, descubrías algo nuevo. Llegamos, fue corto pero difícil.
No tengo muchas palabras para describir lo que vi, espero que alguien mas sepa de que estoy hablando, era simplemente, lo mejor que había visto en años.
Pero como lo bueno dura poco, tuvimos que volver al campamento, todo fue muy extraño después.
Se acercó la chica, me habló, la escuche, quise entenderla pero no hice el intento de escucharla, se fue, lloré, por primera vez lloré. Dos tipos me abrazaron, o al menos de eso me acuerdo. Caminé rápido a comprar cigarros.
Llegando al negocio, la escena se puso peor. Dos caballos se veían a lo lejos acariciándose las cabezas. Al rato, uno de los caballos se marchó, el otro... el otro solo agachó la cabeza.