En el centro de mi corazón habita un ratón, uno de esos peludos y que están con las patas negras y sucios la mayor parte del año.
Lo cierto es, que de a poquito, ese ratón se empieza a comer todo lo que nace ahí, en el centro de mi corazón.
A veces le dejo algunas trampas para que se confunda y atraparlo, pero de alguna forma, siempre termina huyendo y escondiéndose para seguir carcomiendo, de a poquito lo que llega ahí, al centro de mi corazón. Aquel ratón, últimamente, me ha dominado, y cada vez que se come alguna cosa que entre, va creciendo y creciendo.
Un día, sentí al ratón, moviéndose dentro de mi corazón. Era incomodo, y parecía que comía tan rápido, a tal punto que llore un poquito. Luego de un rato, ideé la trampa perfecta: crearía en mi corazón, un nuevo sentimiento, y que en el centro, hubiera veneno para matar al ratón. Al rato, el ratón se comió lo que había llegado, y luego de unos minutos desapareció.
Y es que algo de ese veneno es el que queda en todos, al tratar de hacer desaparecer a ese ratón, que algunas veces, a su manera, termina por salvarnos.
¿No extrañas un poco al ratón?
ResponderEliminarAunque desgarre, aunque se coma las cosas.
¿No extrañas que algo ronde por tu corazón?
Creo que me gusta así.
ResponderEliminar