En cada momento estamos creciendo, y en este proceso
se nos hace más desconocida la palabra héroe. Lo vemos lejano, inalcanzable,
sin sentido y hasta chistoso. Pero la verdad, todos, en cualquier momento de
nuestras vidas tenemos la oportunidad de ser héroes. Para los hijos, ellos ven
a sus padres como héroes, ven a esas personas que son capaces de dejar todo por
ellos, esas personas que son capaces de sacrificarse a ellas mismas, y sin
pedir nada a cambio, siempre con la mira al frente.
Y es un mensaje que entregan muchas series,
películas, comics. Todo el mundo es un héroe, lleva algo de un héroe en su
interior. Un héroe no es ni un personaje, ni un actor, es un símbolo. La
representación de una lucha interna, porque a la larga nadie quiere vivir con
miedo, porque hasta en días como hoy, muchos esperamos que aparezca algún héroe
desde algún callejón, pero en el fondo, no nos atrevemos a serlo por nosotros
mismos. Cualquiera puede ser un héroe si se lo propone, solo hace falta el
mirarse a uno mismo, lograr un equilibrio, y empezar a mirarnos las caras.
Hasta en el amor eres un héroe a veces, como dice un
anónimo que no quiero mencionar en este momento, “siempre te enamoras de quien te salva”. Y eso es al fin y al cabo,
tener la capacidad de hacer algo por alguien sin pedir otra cosa a cambio, porque
sabes, que la otra persona haría lo mismo por ti.
Y aquí es donde concuerdo con De Lefént, un héroe
esta hecho de amor y de lazos con otras personas, dar sin esperar una devuelta
de mano. Porque es difícil ser un héroe sin un entorno, sin personas que te
rodeen, sin un mal que combatir.
Es como una paradoja sin un fin. Los héroes
necesitan un entorno, así como el entorno los necesita a ellos, a nosotros, a
todos. Porque todo el mundo es un héroe.